Modelar a papá con plastilina es muy fácil. Es más sencillo que hacer una seta. Basta con hacer dos tortas redondas de plastilina.
Cuando era pequeño hacíamos figuras de plastilina. Una educadora gorda nos entregaba dos tortas de plastilina a cada uno. Con una debíamos hacer un tubo largo, con la otra una torta delgada. Si unimos el palo con la torta te sale una seta. Una tarea sencilla para unos críos que estaban creciendo.
Yo coloco la mano sobre la plastilina. Separo una torta de la otra. Intento darle vueltas a una, sin éxito. Hago rodar la torta sobre la mesa, esto no lo hace ni más gorda ni más delgada. Tomo la otra torta, el resultado es el mismo.
Los otros chicos cumplen con su tarea cada uno como puede. A unos la seta les sale derecha y bonita, a otros pequeña y retorcida. La educadora se acerca a cada uno y le da consejos; a uno le arregla la cabeza, a otros el pie. La educadora se acerca a mí.
-¿Qué te ha salido?-me pregunta cariñosa.
Coloca una torta sobre la otra. A mí entender, así la construcción se parece algo más a la seta.
-¿Y esto qué es?¿Qué has hecho?
La educadora toma mi plastilina, la amasa con movimientos rápidos y ágiles, la moldea con sus dedos sanos.
-¿Y ahora entiendes cómo hay que hacer?
Muevo afirmativamente la cabeza. Ahora lo he entendido.
- Y ahora, niños, vamos a ver a quien le ha salido la seta más bonita. La seta más bonita es la de Rubén.
Examino la mesa. La seta que tengo delante de mí es, en efecto, la más recta y la más perfecta. Pero me da igual. No es mi seta.
Mi hija modela un papá con plastilina. Modelar a papá es fácil. Es más fácil que hacer una seta. Basta con hacer dos tortas redondas. Dos tortas iguales, las dos ruedas de una silla de ruedas.
RUBEN GALLEGO
(Con parálisis cerebral. De su libro Blanco sobre Negro)